jueves, 27 de febrero de 2014

Reseña de Bella hambre por Andrés Alvarado

Reseña de Bella Hambre (2013, Venezuela) 

en http://www.poesiaargentina.com/agenda.php

Si algo me gusta de la poesía de Gastón Córdova es la sutileza con que pone de manifiesto lo absurdo del presente. Con poemas que van de la ironía a la crudeza, siempre certeros y, por sobre todas las cosas, inteligentes, logra correr el velo a la naturalización de ciertos elementos cuyo uso desmesurado, obsesivo y acrítico, resulta cada día más asfixiante: “(mensaje de texto) Infinito, te estoy esperando hace media hora, / Yo ya empecé a bailar”; o: “(mensaje de texto dos) hola. Estoy en la sala de máquinas del viento. / ¿Vos por dónde andás?”. 
Córdova no reniega de los objetos que hay a nuestro alcance y que, nos guste o no, dan forma a nuestra vida cotidiana. Contrariamente, en una actitud a mi juicio valiente, los hace ingresar al poema, no como mera copia, ni por filiación a determinada corriente artística o por “moda poética”; sino para ponerlo en diálogo con otra cosa, ya sea con ese halo de misterio que también nos rodea pero al cual no miramos, distraídos —por no decir sodomizados— por las luces de artificio de la conexión total; o bien, para hacerlo dialogar con ese absurdo que existe detrás de todo esto: “(Leer con voz de superhéroe) para vencer al WIFI/ voy a transformarme en jugo de manzana/ y tomarme/ en serio”.
Entonces, lo que se ve, lo que queda en el contraste del poema entre lo extraño naturalizado y lo natural extrañado, parece ser esa falta de referencialidad dominante en el mundo de hoy: “y lo vi: el álamo era el DJ del abismo”. 
En igual dirección, tampoco duda en hacer ingresar en sus textos a determinados personajes, procedimiento con el que también pone de relieve cierta frivolidad, que decididamente va de la mano con la desmesura comunicacional de la que hablaba más arriba: "31 (Viviana Canosa) miro la repetición a la una/ de la madrugada/ de un programa de chismes/ del espectáculo,/ es mi petaca de bálsamo,/ y la prueba perfecta/ de que la frivolidad es la etapa superior del dolor./ La conductora/ es autora de un libro/ que escribió otro,/ se llama Basta de Miedos".
Como vemos, Córdova no se queda en el humor. Aunque pueda arrancarnos una sonrisa, su poesía no es cómica, bizarra, ni graciosa, sino que se vale de la ironía para encender la mecha y disparar. Dice más adelante en el mismo poema: "una víctima de la salvación/ me merece más respeto/ que un intelectual,/ más ahora que los intelectuales se hacen los chistosos/ por Facebook/ y hablan del peronismo/ como procedimiento literario (…) Yo tendré el silencio mal anillado/ mientras que Dios/ siga sin recibir currículums".
Al estilo de los mejores personajes de Peter Capusotto y sus videos, que mediante el humor desnudan esa falta de asidero entre lo cotidiano y lo profundo, la tristeza y la alienación que habitan en el ser distraído por las más efímeras petulancias del pornográfico mundo de los fármacos y la publicidad; la poesía de Gastón Córdova se posiciona, a tono con su época, en ese lugar crítico pero manchado de barro, sin poses soberbias ni pretendidas alturas, sino desde el lugar del poeta que, preso del insomnio, se desespera sabiendo que “mañana será un instante infinito/ del mercado laboral”.

Andrés Alvarado